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Masajes para la Artritis y alivio del dolor

Los masajes terapéuticos atraen a las personas que disfrutan de un contacto sensual con propósitos terapéuticos. El masajista suele utilizar aceite y el paciente se tumba sobre una camilla, sin ropa y cubierto sólo por una toalla suave y caliente, de modo que la única parte del cuerpo expuesta es la que recibe el masaje.

El masaje es, esencialmente, un arte de curación sensual que debe ser disfrutado para conseguir una sensación de bienestar. El masaje nos obliga a tomarnos un tiempo para relajarnos. También mejora la circulación y disminuye la frecuencia cardiaca, además de producir beneficios físicos para las articulaciones, y relajar y estirar los músculos.

Toda técnica de masaje implica amasar y frotar, pero existen muchos tipos diferentes de masaje, desde la fricción, ligera y suave, hasta el golpeteo que puede acercarse al umbral del dolor.

El masaje médico, fue desarrollado originalmente durante la Segunda Guerra Mundial para los amputados y quienes sufrían heridas graves. Se centra en aliviar el dolor agudo, ahí es donde entra la artrosis.

La historia del masaje

El masaje fue utilizado por los primeros cristianos como elemento curativo en la imposición de manos, pero al final fue condenado por la Iglesia por pecaminoso, al implicar tocamientos de una persona por parte de otra. Además, como instrumento curativo decayó bastante, sobre todo en Occidente, con la llegada de la medicina moderna o científica.

El arte fue recuperado a comienzos del siglo XIX en Suecia, cuando un estudiante de la Universidad de Estocolmo, Henri Peter Ling, recreó técnicas gimnásticas sobre la camilla de masaje, y así desarrollo la primera forma de ejercicio pasivo.
Ling desarrolló 47 posturas y 800 movimientos para que las personas no dotadas atléticamente pudieran obtener beneficios físicos. Al principio, el colegio médico y el gobierno sueco rechazaron su método, pero en 1814 logró al fin la licencia para practicar el masaje
terapéutico.

La práctica se hizo cada vez más popular en balnearios y clínicas de salud. Hasta las décadas de 1960 y 1970, el masaje terapéutico estaba restringido a atletas, gimnastas y bailarines, y las personas adineradas que podían permitírselo. Aparte de eso, los masajes solo se ofrecían en los “palacios del masaje” y contribuyeron a su mala fama.

Una terapia moderna

El interés por los masajes creció a finales de los años 60, cuando los terapeutas de California empezaron a utilizar distintas termas de masaje. Al principio, la idea era ayudar a los pacientes a deshacerse de depresiones e inhibiciones para liberar su verdadera personalidad. Pero, poco a poco se observó que el masaje tenía muchos usos terapéuticos, y así se incorporó a la medicina. Hoy día, casi todas las clínicas del dolor ofrecen masajes. Con ello se establecieron las bases del papel de los masajes en las clínicas del dolor.

El masaje terapéutico

El masaje está ran integrado en la medicina moderna que forma parte del programa lectivo de postgrado de las enfermeras británicas. En los Estados Unidos, el masaje terapéutico se enseña en muchas escuelas de medicina, convirtiéndose en una rama de la medicina por derecho propio.

El masaje puede beneficiar a los artríticos de diversas maneras. Como mínimo, la fricción suave con aceites aromáticos por todo el cuerpo hace que uno se sienta mejor, con la sensación de que alguien se preocupa de uno. A un nivel más sutil, el masaje también implica que alguien acepta nuestro cuerpo y le dedica su atención. Las discapacidades, deformidades y articulaciones agarrotadas están ahí para ser aliviadas por el masajista, El masaje puede aliviar el dolor físico y de la artritis. Asimismo puede penetrar en las articulaciones y músculos agarrotados, relajándolos mientras contribuye a eliminar las toxinas. El masajista terapéutico, sobre todo cuando trabaja con artritis o algún otro proceso inflamatorio, debe conocer bien la naturaleza de la afección para no empeorar la inflamación y el desgaste. El masajista profesional se somete a una rigurosa formación que incluye un conocimiento profundo de anatomía y fisiología, algo de psicología, y de cómo tratar al paciente.

La visita al masajista

Durante la primera sesión, el terapeuta elaborará un completo historial clínico y le hará preguntas sobre su salud, estilo de vida, dieta y ejercicio.

Después le pedirá que se desvista y se tumbe sobre la camilla. La cabina de masaje debería tener una temperatura calida, sin ser demasiado caliente, y la mayor parte del cuerpo deberá estar cubierta por una toalla caliente y seca.
Únicamente la parte del cuerpo que esté recibiendo el masaje en cada momento estará expuesta. La sesión durará más o menos una
hora y, para entonces, ya debería sentirse completamente relajado. Antes de marcharse, deberá quedarse tumbado sobre la camilla unos minutos. Lo mejor es programar el masaje para una hora que no le obligue a salir corriendo inmediatamente después.

La sesión de masaje puede ser relajante o estimulante, según los movimientos empleados. Aunque se suele considerar como una terapia suave, el masaje puede ser a veces bastante agresivo. Los masajistas que tratan a atletas y deportistas emplean una gran cantidad de energía para golpear y colocar los músculos en su sitio.

El masajista debe saber de inmediato si siente algún dolor, ya que es una señal de aviso. Los movimientos empleados con un artrítico suelen ser mucho más suaves y ligeros que los utilizados con un cuerpo atlético y en forma.

La mayoría de los masajistas actuales emplean aceites de aromaterapia, aunque algunos prefieren aceite para bebés, o incluso polvos de talco. Los masajistas suelen aplicar más presión que las masajistas, y hay quienes prefieren el masaje de las manos grandes de un hombre. Algunas clínicas ofrecen masajes sincronizados en que dos personas dan a la vez un masaje a un mismo paciente para aumentar el efecto. Para lograr el mayor efecto terapéutico, se recomienda un masaje semanal,

La búsqueda del masajista
Es importante encontrar un masajista cualificado, con experiencia y conocimientos sobre la patología a tratar. La naturaleza íntima del masaje como terapia implica que deberá sentirse a gusto con el masajista y sentir plena confianza en el. Se puede pedir una lista de especialistas en el hospital local, o seguir las recomendaciones de algún amigo. Puede que el médico de familia conozca a algún masajista de confianza. Es imprescindible tomar precauciones y comprobar las credenciales del masajista elegido en el colegio profesional.

El masaje es, por razones obvias, un tratamiento muy íntimo, y suele llevarse a cabo en una sala donde el paciente está a solas con el masajista. Además, es probable que el paciente esté desnudo, aunque cubierto por toallas. Eso puede hacerle sentir muy vulnerable, sobre todo la primera vez, y es labor del masajista el hacer que se sienta a gusto y le permita disfrutar del tratamiento.

Si está interesado en el masaje terapéutico, debería explicarle al masajista exactamente cuál es su problema y dónde sufre los mayores dolores. Para mayor seguridad, también debería informar al médico de que está recibiendo masajes. Antes de la primera sesión, debería consultar con su médico para saber si hay alguna técnica que debería evitar.

Si sufre alguna de las patologías que se enumeran a continuación, no debería recibir masaje a no ser que el médico dé su aprobación:

- cáncer, epilepsia, VIH o SIDA
- infección en la piel, inflamaciones, heridas o cicatrices recientes
- venas varicosas, flebitis o trombosis

- quistes o bultos sin diagnosticar.