Antes de aparecer los medicamentos de laboratorio, casi
todas las medicinas eran remedios a base de plantas y extractos de plantas, y
en algunos países subdesarrollados sigue siendo así.
Aunque la medicina científica occidental avanza a pasos
agigantados en países como la
India o China, el 85 por ciento de la población continúa
confiando en los tratamientos y remedios a base de plantas.
Lo paradójico es que
mientras los países orientales empiezan a adoptar con entusiasmo los métodos
occidentales, un gran número de occidentales vuelven a los remedios herbales.
Aunque muchos medicamentos de laboratorio deben sus orígenes a los componentes
herbales, los remedios tradicionales a base de plantas, y la fitoterapia,
experimentan un resurgimiento.
La fitoterapia es un arte ancestral con un toque moderno.
Mientras que los antiguos fitoterapeutas se basaban principalmente en las
tradiciones que pasaban de generación en generación, los fitoterapeutas
modernos se someten a una rigurosa formación en una escuela reconocida de
fitoterapia, donde trabajan con plantas orientales y occidentales, lo que les
proporciona una mayor variedad de posibles tratamientos que los que tenían los
antiguos fitoterapeutas. Hoy, casi todas las dolencias pueden set tratadas con
una planta específica, o alguna combinación de plantas.
Muchos remedios ancestrales han sido evaluados en ensayos
clínicos en hospitales punteros para, al menos, descubrir el mecanismo de su
funcionamiento. Si le interesa la fitoterapia para la artritis, es importante
consultar primero con el médico convencional. A diferencia de otras terapias
complementarias, la fitoterapia no siempre es compatible con los medicamentos
ortodoxos. Algunos tratamientos a base de plantas son fuertes y pueden ejercer
un efecto tanto positivo como negativo. Algunas plantas interfieren en algunos
de los ingredientes de los medicamentos ortodoxos.
Las plantas actúan de manera distinta que los medicamentos
farmacéuticos. Para el fitoterapeuta, lo importante es restablecer el
equilibrio y la armonía de todo el cuerpo, en lugar de limitarse a tratar los
síntomas. Al utilizar toda la planta, y no algún componente aislado, existe un
menor riesgo de sobredosis o de efectos secundarios adversos.
La visita al fitoterapeuta suele ser una experiencia más
interesante que acudir a un médico convencional. Como pasa con otros tipos de
medicina complementaria. el fitoterapeuta le hará preguntas sobre los
antecedentes familiares, su estilo de vida, la dieta, los hábitos de ejercicio,
el trabajo y los problemas de estrés.
El remedio elegido podrá combinarse con una dieta
individualizada, algunos ejercicios beneficiosos y consejos para reducir el
estrés. La fitoterapia moderna, como otras terapias complementarias, es un
tratamiento holístico.
Los tratamientos a base de plantas pueden recetarse en forma
de pastillas, tes, tisanas o tinturas, ungüentos, gotas, infusiones,
supositorios, encinas, baños, cataplasmas o jarabes. Quizá le receten una
mezcla de esencias de plantas que deberá quemar y luego inhalar. Los remedios
herbales suelen tardar más en actuar que los fármacos de laboratorio y. al ser
más suaves, son muy útiles en caso de problemas crónicos. En patologías de
difícil tratamiento, como el eccema y el asma, la fitoterapia está reemplazando
a los tratamientos ortodoxos.
Buscar un tratamiento
Se pueden adquirir tratamientos a base de plantas en
farmacias, pero la fitoterapia para problemas serios como la artritis, no
debería autoadministrarse. Los tratamientos herbales pueden ser muy complejos y
deberían ser administrados por un fitoterapeuta competente. La mejor manera de encontrar un especialista es
el boca a boca, pero, si no es posible, se puede acudir al colegio profesional
para buscar uno cercano a nuestro lugar de residencia. Aunque nos lo hayan
recomendado, hay que comprobar las credenciales del fitoterapeuta.
Como sucede con otros tratamientos para la artritis, no se
puede garantizar la cura o la remisión permanente de la patología.
El fitoterapeuta no sólo tendrá en cuenta los síntomas, sino
el estado general del organismo. Puede prescribirle plantas para estimular o
relajar funciones corporales, como la digestión o la circulación, o para
aumentar los niveles de energía. Le sugerirá una dieta, por ejemplo, aumentar
el consumo de alimentos integrales, o reducir el de té, café o colas. El
objetivo es estimular al organismo para que se cure él mismo, en lugar de
suprimir los síntomas.
Las plantas no son siempre seguras
Si nota algún efecto secundario deje de tomar el remedio. No
se exceda en la dosis prescrita. No prolongue en exceso el tratamiento.
No recoja las plantas en el campo. No adquiera las plantas
en el
extranjero.
ALGUNOS REMEDIOS CON PLANTAS
Se ha demostrado la utilidad de las siguientes plantas en el
tratamiento de la artritis:
ULMARIA: Es la hierba más recetada para la artritis.
Contiene
glicósidos salicílicos y ejerce una potente acción
antiinflamatoria.
HARPAGOFITO: El harpagofito es también un antiinflamatorio.
Mediante pruebas científicas se ha demostrado que ejerce una acción similar a
la fenilbutazona, uno de los principales
medicamentos antiinflamatorios.
BARDANA: Se utiliza para limpiar los tejidos en profundidad.
SEMILLA DE APIO: Estimula la eliminación del ácido úrico,
por lo que resulta útil en el tratamiento de la gota.
ESTIGMA DE MAIZ: Fortalece los riñones.
COLA DE CABALLO: Fortalece los riñones.
ORTIGA: Mejora la circulación y estimula la eliminación del
exceso de ácidos.
ZARZAPARRILLA: Desintoxica el organismo.
FRESNO ESPÍNOSO: Favorece la circulación.
El fitoterapeuta también podrá utilizar hierbas chinas como
Achyrantes, para eliminar la “humedad” de las articulaciones, angélica y una
genciana de hoja grande.