Artritis reumatoide. Síntomas y Causa | ARTRITIS24

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Artritis reumatoide. Síntomas y Causa

La artritis reumatoide es la forma más habitual de artritis después de la osteoartritis. Afecta al doble o triple de mujeres que de hombres y suele iniciarse entre los 25 y los 50 años. La artritis reumatoide, a diferencia del proceso degenerativo de la osteoartritis, es una enfermedad inflamatoria del sistema inmunológico que afecta a las articulaciones y otros tejidos.

Los principales síntomas de la artritis reumatoide son dolor y rigidez en la articulación. Otros síntomas incluyen inflamación de las articulaciones, pérdida de apetito, febrícula, fatiga extrema y una sensación de malestar general. Además, pueden formarse nódulos bajo la piel, alrededor de los codos y sobre los dedos.

La inflamación comienza en la membrana sinovial que tapiza las articulaciones, lo que produce hinchazón o derrame en el espacio de la articulación y daña el hueso (erosión). También puede producirse inflamación de los tendones (tenosinovitis), que provoca malestar y cansancio en el paciente.

La causa de la artritis reumatoide se desconoce. Tanto a corto como a largo plazo, resulta mucho más problemática y dolorosa que la osteoartritis. Puede atacar a cualquier edad, incluso durante la infancia, pero suele aparecer durante la juventud o la mediana edad. La artritis reumatoide afecta a personas de cualquier raza y zona geográfica, pero es mucho más grave en los países del norte de
Europa que en otras partes del mundo.

Las personas que contraen artritis reumatoide pueden sufrir un único ataque agudo que persiste durante varios meses, o más, pero que suele desaparecer para nunca más volver. O puede que la enfermedad persista durante el resto de sus vidas, en cuyo caso se considera crónica. Sólo en pocos casos llega a provocar parálisis grave.

La artritis reumatoide provoca una deformación de las manos en la que los dedos se separan del pulgar. Esta forma de artritis suele, aunque no siempre, afectar simétricamente a ambos lados del cuerpo. La artritis reumatoide puede afectar en ocasiones a la mandíbula y, rara vez, al cuello.

La artritis reumatoide es una enfermedad sistémica que afecta especialmente a las articulaciones. Otras zonas afectadas son los ojos, las glándulas, la boca y los Vasos sanguíneos. En los casos graves, puede dañar permanentemente los tejidos del organismo y los cartílagos de las articulaciones, y conducir finalmente a la deformación, o incluso destrucción, de las articulaciones.

En algunas personas, sólo afecta a una o dos articulaciones. En otras, se extiende por todo el organismo. Alrededor del 30 por ciento de los pacientes parece recuperarse por completo tras pocos años.
En torno al 65 por ciento continúa sufriendo dolor, inflamación y rebrotes repentinos; mientras que alrededor del 5 por ciento se ve seriamente afectado e incapacitado.

Si sus articulaciones duelen y se hinchan, debería acudir al médico sin demora. El diagnóstico será confirmado mediante radiografía, y un análisis de sangre detectará la presencia de inflamación. El médico podrá remitirle a un reumatólogo.

No hay motivo para desesperarse ante un diagnóstico de artritis reumatoide. Incluso aquellas personas que sufren un caso grave de artritis reumatoide encuentran alivio sin motivo aparente.
Los afectados pueden pasar largos periodos de tiempo sin ningún síntoma.
La ausencia de síntomas, o remisión, puede durar días, meses o incluso años. Los médicos utilizan los siguientes criterios para un diagnóstico positivo:
- La persistencia de la artritis durante más de seis semanas.
- Rigidez matinal prolongada en las articulaciones
- La presencia de unos nódulos caracteristicos bajo la piel.
- La erosión de las articulaciones.
- La presencia en sangre del anticuerpo conocido como factor reumático. Sin embargo, el 25 por ciento de las personas con artritis reumatoide jamás desarrollan este factor, y algunas personas que si lo tienen, no padecen artritis reumatoide.

Artritis juvenil
También conocida como enfermedad de Still, afecta cada año a uno de cada 1.000 niños. La mayoría de los niños con artritis reumatoide sufre lo que se conoce como artritis reactiva aguda tras una infección vírica o bacteriana. Tras unas semanas o meses, suele desaparecer.

La artritis reumatoide juvenil (JRA, siglas en inglés) es el tipo más habitual de artritis persistente, y puede durar meses o años. Existen tres formas básicas de JRA.

JRA pauciarticular
En sus inicios, la enfermedad afecta a menos de cuatro articulaciones. Puede empezar por una rodilla o tobillo inflamada, sin lesión o explicación que lo justifique, y sin que haya dolor asociado.
Esta forma es a menudo muy suave y puede tratarse con medicamentos antiinflamatorios no esteroides suaves.

La JRA pauciarticular puede provocar dos problemas importantes. El niño puede desarrollar una inflamación en los ojos que, si no se trata, puede conducir a lesiones en el cristalino y daño visual permanente, incluso ceguera. Siendo la lesión ocular mas frecuente en niños que dan positivo en la prueba de anticuerpos antinucleares (ANA), estos niños deberán ser examinados por un oculista cada tres meses. Los demás niños con JRA necesitan una revisión ocular cada seis meses.

La segunda complicación es un crecimiento asimétrica de los huesos de las extremidades, de modo que una pierna puede ser más larga que la otra, lo que provoca cojera. La cojera daña la rodilla y la cadera, y lleva a una artritis prematura por desgaste de las articulaciones cuando el niño alcanza la edad adulta. Esta evolución debería evitarse en la medida de lo posible.

JRA poliarticular
Este tipo de artritis afecta a cuatro o más articulaciones desde el inicio. Puede ser tratada con éxito con medicamentos antiinflamatorios no esteroides y, en los casos graves, con sales de oro o medicamentos como la sulfasalacina o el metrotrexato.

JRA sistémico

Esta forma más grave y problemática de JRA comienza con fiebre alta y erupciones. La fiebre suele subir una o dos veces al día, y luego desciende a niveles normales. Este tipo de JRA puede afectar a los órganos internos. Con un tratamiento rápido y adecuado, la mayoría de los niños se recuperan con el tiempo, y aun los que sufren la forma más grave no deberían verse condenados a una silla de ruedas.