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La Artritis y la Técnica Alexander

La técnica Alexander se basa en la teoría de que el funcionamiento de nuestro cuerpo depende del buen uso que hagamos de él. Al mejorar la postura, la técnica alivia el dolor articular y muscular causado por la artritis.

F. Matthias Alexander, el hombre que desarrolló la técnica postural que lleva su nombre, era un actor australiano que, a finales del siglo XIX se ganaba la vida recitando discursos y soliloquios de los clásicos.

Cuando, de repente, perdió la voz, parecía haber llegado el fin de una brillante y lucrativa carrera de un hombre que a los dieciséis años era tan pobre que había tenido que trabajar en una mina de estaño. Con poco más de veinte años, Alexander consultó a un médico tras otro, y ninguno de ellos fue capaz de ayudarlo, ni descubrir el motivo de su incapacidad.

Alexander tomó la decisión de ayudarse a sí mismo. Mediante la colocación estratégica de una serie de espejos, Alexander se observó mientras ensayaba sus discursos y llegó a la conclusión de que la pérdida de voz podría tener algo que ver con la postura de su cabeza.

Alexander observó que, cuando empezaba a recitar, tenía tendencia a echar la cabeza hacia atrás y hacia abajo, y dedujo que ése era el motivo de la pérdida de voz. La dificultad estaba en evitar ese comportamiento, ya que él no era consciente de sus movimientos durante los recitales. Al final, Alexander llegó a la conclusión de que las sacudidas antinaturales de su cabeza se debían a un hábito arraigado o, como él lo denominó, al “uso”.

Los hallazgos de Alexander

A través de una estrecha observación, Alexander concluyó que no se podían separar la mente, el cuerpo y las emociones, ya que funcionan en conjunto. Este concepto se convirtió en el principal dogma de la filosofía Alexander.

Alexander también se dio cuenta de que lo que el individuo haga con una parte de su cuerpo, repercutirá invariablemente en otras partes, no existiendo la acción corporal aislada. A través de constantes repeticiones, ciertas acciones terminarán por arraigarse y volverse inconscientes. Si esas acciones fueran sanas, no causarían ningún problema. La dificultad surge cuando muchos aspectos de la vida moderna, observados por Alexander en los años 1920 y 1930, nos predisponen a utilizar mal nuestro cuerpo. Nos dejamos caer en las sillas, invertimos demasiada energía en tareas mundanas, como el aseo, y caminamos con los hombros caidos. Con el tiempo, estos hábitos están tan enraizados que hace falta un enorme esfuerzo consciente para cambiarlos. Según Alexander, muchas malas posturas fisicas se deben a problemas mentales o emocionales de estrés, tensión y temor.

Cómo cogemos malos hábitos

Los niños pequeños caminan erguidos por naturaleza, pero al ir a la escuela, según Alexander, la mezcla de aburrimiento y miedo (hoy día no) que experimentan a menudo hace que mantengan su cuerpo
en tensión. Los niños, además, copian la conducta de los adultos y, como la mayoría de éstos desarrollan malos hábitos posturales, los niños pronto los desarrollarán también, y pueden conservarlos toda la vida.

Alexander afirmaba que muchas enfermedades físicas, incluyendo la artritis, son el resultado de largos años de malas posturas. La artritis es un buen ejemplo de años de mal uso que al final conducen al dolor, la incapacidad y, a veces, alguna deformidad. Al alcanzar ese estado, la única solución consiste en desaprender los malos hábitos, devolverlos a un estado de consciencia y enseñarle al cuerpo nuevos y buenos hábitos.

Para conservar la buena salud, según Alexander, debemos concentrarnos en el uso del “yo”, y ser siempre conscientes del modo en que nos sentamos, estamos de pie, movemos y, en general, nos comportamos físicamente. La mayoría de las personas desarrollan acciones cotidianas inconscientes, sin saber que pueden estar dañando su cuerpo.

El papel de la columna

Alexander afirmaba que la parte más importante del cuerpo es la columna, ya que allí reside el control primario. Lo que suceda allí afectará al resto del cuerpo: huesos, articulaciones, órganos internos, digestión y evacuación, ya que todas las partes del cuerpo están conectadas. directa o indirectamente, con la columna.
Para trabajar adecuadamente, la columna debe permanecer en su estado “alongado“. Cuando sufre constantes acortamientos, por ejemplo, al tirarnos en el sofá, todos los órganos y extremidades se ven sometidos a un gran esfuerzo.

Postura y salud

Según Alexander, las enfermedades son manifestaciones de la falta de armonía en el organismo humano, y muchos problemas médicos tienen su origen en el estrés emocional o mental. El estrés puede acumularse en el organismo durante años, incluso toda una vida, y al final aflorará en forma de síntomas físicos, que pueden ser serios o incluso mortales.

Alexander observó que si se trabaja sólo la mente, sin atender al cuerpo, existe el peligro de que el problema no sea curado sino enmascarado. El desasosiego tiende a acumularse en el organismo, por lo que hay‘ que prestar especial atención a lo sucedido en el cuerpo para decidir que lesión debe corregirse.

La osteoartritis es considerada por la medicina ortodoxa como el resultado de años de desgaste en las articulaciones y, por lo tanto, más o menos inevitable. Sin embargo, Alexander pensaba que si se utilizan las extremidades adecuadamente, no se desarrollará nunca artritis, independientemente de la edad.
No deja de ser cierto que numerosos maestros de la técnica de Alexander, algunos de los cuales rondan los ochenta y los noventa años, no sufren osteoartritis ni están encorvados, sino erguidos y rectos como cuando eran jóvenes.

Aunque la técnica produce beneficios sobre la mente y sus perspectivas al sentar las bases para un enfoque mas positivo en la vida, los maestros de Alexander trabajan sobre todo el cuerpo, y se concentran en mejorar la postura. Una vez corregida, se supone que la salud y la actitud positiva serán restablecidas.

Alexander bautizó a las personas que se centran en el fin y no en los medios como “ganadoras de fines", y opinaba que estaban mas predispuestas a sufrir enfermedades y problemas degenerativos.
Por ejemplo, al cargar con peso, hay que concentrarse más en cómo levantarlo y transportarlo que en el lugar al que se vaya a trasladan

La técnica Alexander es adecuada para quienes gustan de la terapia física, pero no están dispuestos a desvestirse por completo. Las sesiones suelen ser individuales, aunque también existen clases en grupo. La ropa debe ser suelta y cómoda. El maestro le pedirá que se siente, se ponga en pie y se tumbe y, mientras lo hace, le observará con detenimiento en busca de cualquier tensión, tirantez o asimetría.
Durante la primera sesión, le explicará brevemente la técnica y le hará un historial médico detallado, así como un cuestionario sobre su estado de salud.

Tras unos 15 minutos de preguntas, le pedirá que se tumbe sobre una camilla, con las rodillas dobladas y la cabeza apoyada. Eso permitirá que la columna descanse completamente plana sobre la
camilla.

El maestro comprobará sus músculos y articulaciones y le pedirá que se siente y ponga en pie en determinadas posturas. Después le enseñará la manera correcta de sentarse y ponerse en pie.
Seguramente le enseñará algunas posturas para que practique en casa hasta la siguiente sesión. Con el tiempo, empezará a darse cuenta de cuando el cuerpo pierde la alineación, y podrá corregir la postura.

Aprender a desaprender
Muchas personas disfrutan con las lecciones de Alexander y empiezan a sentirse mejor tras la primera sesión. Las lecciones que se aprenden en una sesión de Alexander no se aplican con facilidad desde el principio a la vida diaria. Años o décadas de un mal uso del cuerpo requieren tiempo, esfuerzo y dedicación para corregirse. Las lecciones de Alexander hacen hincapié en “desaprender”, más que en aprender. Hay que aprender a “des-sentarse” y a “des-estar de pie”, y tomarse tiempo para practicar esos movimientos con plena consciencia. Los maestros le enseñarán a realizar una acción por la acción misma y no por su finalidad.