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Artritis, aliviar el dolor con la relajación

La terapia de relajación no produce un beneficio inmediato. Sin embargo, tras practicar alguna técnica de relajación sistemáticamente durante unas semanas, se puede lograr un considerable alivio del dolor y una mayor movilidad.

La acumulación de tensión y estrés en el cuerpo durante mucho tiempo desencadena muchas reacciones físicas adversas en el organismo. Por ejemplo, puede sentirse desprovisto de energía, con una mayor tensión muscular y presión arterial, y con problemas circulatorios. Las técnicas de relajación que calman el sistema nervioso y liberan la tensión muscular son excelentes para hacer frente al dolor de la artritis sin necesidad de tomar más analgésicos. La capacidad para relajarse también contribuye a la normalización del resto del organismo.

Aprender a respirar

La tensión ante el dolor constante favorece una mala postura y altera la digestión, pero sobre todo puede conducir a hiperventilación, un tipo de respiración superficial, parecida a un jadeo, que al final altera la composición química de cada célula del cuerpo, y sitúa al organismo en continuo estado de alerta.

Es imposible relajarse si no se respira profunda y lentamente. Para las personas sometidas a un dolor constante, puede ser necesaria una considerable práctica para lograrlo.

Ejercicio respiratorio
Intente incorporar a su vida este sencillo método de respiración relajada. En primer lugar, busque la postura más cómoda posible y procure que el peso esté uniformemente distribuido entre ambos lados del cuerpo. Cuanta mayor sea la simetría, más fácil será respirar relajadamente Apague la luz y procure que el entorno sea lo más sereno y silencioso posible.

Cierre los ojos y preste atención a la respiración, permitiendo que se vuelva más prolongada, lenta y profunda. Respire profundamente con el abdomen, expandiendo el estómago al inspirar y hundiéndolo al espirar. Con cada inspiración, repítase: ‘Profunda, larga y lenta “, y con cada espiración, “Lenta, larga y profunda”. Puede que su mente se distraiga, pero, cada vez suceda, céntrela de nuevo en la respiración.

A medida que respira más profunda, larga y lentamente, será consciente de que todo el cuerpo respira más profundamente. AI inspirar, imagine la entrada de un flujo de energía pura. Al aspirar, imagine que el dolor fluye hacia fuera.

Para finalizar con la relajación, desperécese lentamente, abra los ojos, siéntese y, por último, póngase de pie muy despacio.

Empiece por practicar esta respiración relajada durante cinco minutos y, poco a poco, aumente la duración a medida que se vaya acostumbrando.